La Interpol ha develado la relación estrecha del gobierno del presidente Chávez con las FARC. Pero este asunto deja de ser sustancial si no es convertido en una denuncia concreta de enjuiciamiento criminal por crímenes de lesa humanidad contra el pueblo colombiano y venezolano. Será sólo una denuncia más. Sin embargo, lo que es resaltante de todo lo expresado por el presidente, es que, repitiendo una estrategia derrotada el pasado 2 de diciembre, el amenaza con la guerra si lo derrotan en las elecciones regionales y municipales de noviembre próximo. Esto no es una simple opinión política, constituye de hecho una amenaza, un chantaje. Esto vulnera abiertamente el derecho constitucional a elegir y a ser elegido en completa libertad. Rompe con el principio democrático de elecciones libres y nos conduce por esa vía a la negación de la democracia, al convertir el acto electoral en un evento aclamacionista dinamitado por presiones de distinto tipo. En un ritual para votar por los candidatos del Presidente, que ni siquiera es candidato en estas elecciones.
El presidente, y ya lo hemos denunciado reiteradamente, desarrolla esta estrategia, y aparte de tratar de amedrentar a los votantes de nuestro país, busca convertirse como Presidente de la República en el gran elector y a estas elecciones en un acto plebiscitario. Pretende encubrir con un discurso polarizador las pésimas, ineficaces y corruptas gestiones de gobernadores y alcaldes del oficialismo, y quiere hacer ver que de lo que se trata es de una elección entre Chávez y la oposición.
Al denunciar esta flagrante violación a la Constitución, en particular el principio de elecciones libres contenido en el artículo 63, consideramos que todos los demócratas de nuestro país, los candidatos, los partidos de oposición y a las organizaciones sociales, debemos cerrarle el paso a esta política. No permitir este atropello antidemocrático, y debemos exigirle al CNE que se pronuncie sobre este despropósito. Llamamos a la movilización de la opinión pública y a tomar todas las acciones políticas y legales que permitan frenar esta perversa y ventajista intención. No debemos caer en la trampa de una falsa polarización que nos desvíe la atención de los reclamos que se le están haciendo a esta fracasada gestión de gobierno. No podemos dar argumentos que pudiesen malamente ser usados para fundamentar absurdas acusaciones de separatismo o división político-territorial.
La peregrina argumentación del separatismo, de la secesión, no puede esgrimirse para negar las reales posibilidades de victoria electoral de opciones distintas a las que presenta el Presidente y su partido. Esto es una burda manipulación y salta a la vista el temor a la derrota en las elecciones de noviembre. Derrotar esta maniobra es nuestro llamado y nuestro compromiso.
Muchos preguntan que si el presidente quiere realmente ir a la guerra. Pues no. Claramente quiere ir a elecciones, y esta estrategia no busca escapar de ellas, sino que busca ganarlas, a como dé lugar ganarlas, y distraerá al adversario con cualquier herramienta, y lo amenazará con guerras y devastaciones, pero lo que en verdad persigue toda esta estrategia es ganar la mayor cantidad de alcaldías y gobernaciones. Así que llamamos a pelear por la organización, la defensa de nuestros derechos, pero a no caer en la trampa y prepararnos para ganar las elecciones, y esto requiere, sobre todas las cosas, de una sincera, renovada, y verdadera unidad popular, desde las bases y no desde los canales o los cogollos, sino desde las bases del pueblo.
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