William Dávila Barrios

QUITANDO MASCARAS

Las pellejas de nuestros estados están siendo repartidas como botín por las huestes de gobernadores y alcaldes oficialistas que ya dan por perdidas dichas entidades de gobierno, y quienes sueñan con un preciado futuro de gloria, pero sólo eso, sueñan, con asaltar los botines para reanudar el festín de tropelías y asaltos al erario público. Y aún seguimos insistiéndole al pueblo chavista, a los que creyeron de verdad en una revolución, que es hora de hacerla de verdad, pero con la democracia y la verdadera participación en la gestión por venir en cada uno de nuestros estados y municipios; no hay otra forma.
Los engañados pueden aún patalear diciendo que quedan remotas posibilidades de redimir las culpas de quienes han desfalcado a nuestro país en nombre de una falsa revolución, pero basta con ver la caída abrupta de nuestra producción petrolera, o el desastre que en ese estado azucarado de Yaracuy han arrancado por las disputa de los sobrantes de la gobernación y el palacio de gobierno; esperamos en el caso de ese estado, se rescate la gobernación y la mayoría de las alcaldías con el liderazgo de Eduardo Torres, el único dirigente estudiantil que es candidato con mucha opción a una gobernación.
Sin embargo, hay que ver claramente las contradicciones entre los dirigentes de los partidos aliados del “proceso”, ya no ven esto como una revolución propiamente, y comienzan a marcar distancias y territorios, lo que puede significar una rectificación de un sector importante de la sociedad que creyó en Chávez y su falsa revolución, y que estaría dispuesto a acompañar un proceso genuino de democracia y de participación real que conduzca al desarrollo y el progreso de nuestro país, comenzando por una profundización de la participación y del compromiso colectivo con los intereses de nuestros estados.
Pero lo fundamental para la estrategia de los sectores democráticos y progresistas debe estar sustentado en lograr llegar a estos sectores de la población que aún están esperanzadas en una revolución, a que debatamos qué es revolución, qué es progreso, qué es desarrollo, qué es esperanza para un pueblo que ha sido engañado una y otra vez, y que es tiempo que tome en sus manos el destino. Hoy ese destino de nuestros pueblos del interior está en las manos de la gente, de los que abran los ojos a este engaño y decidan finalmente abrirse a las filas de los demócratas, de los verdaderos socialistas incluso, de los sectores verdaderamente progresistas, y de los sectores genuinamente patriotas, porque patriotas son quienes quieren ver florecer de desarrollo y de producción de nuestro país, para satisfacer las demandas cada vez más crecientes de la población, y no las demandas cada vez más crecientes de los bolsillos “revolucionarios”, que no son otra cosa que los bolsillos de la traición y el enriquecimiento a costa de nuestra pobreza y de nuestro atraso.