sábado, 29 de marzo de 2008


LA UNIVERSIDAD EN PELIGRO



La intención de eliminar el sistema de ingreso de las universidades y someterlo al control del gobierno, disfrazándolo de un sistema de planificación educativa del Estado, no sólo hace que se confundan estos dos (gobierno y estado), sino que someta el futuro de las universidades a los designios de un régimen que, en el marco de un proyecto educativo, carece de lo fundamental para un sistema de admisión, selección y planificación universitaria, que es UN PROYECTO DE DESARROLLO NACIONAL.

Además de ser un riesgo de corporativización universitaria la que corren hoy nuestras universidades y nuestros sistema educativo en general, en medio del resentimiento generalizado que mueve al gobierno en sus decisiones y en sus políticas públicas, las fases de control a las que serán sometidos los contingentes estudiantiles pudieran generar un proceso ininterrumpido de castración de la juventud a través del sometimiento a regímenes escolares que consistan en un adoctrinamiento y sometimiento a “favores” que el “Estado” estaría haciendo para “favorecer” el ingreso de los “sectores desposeídos” y todos esos cuentos que esconden el desarrollo del resentimiento como motor social de confrontación que oculta finalmente la lucha de clases que existe, y que puede canalizarse en una dirección absolutamente distinta al odio y a la guerra fratricida.

No sólo se está desarrollando este proceso de sometimiento del sistema educativo a manos de un grupo de resentidos, sino que se vulnera la autonomía, lo que nos obliga a defenderla particularmente en la ULA porque es de nuestro estado, ya que el gobierno deberá garantizar la logística, aulas, equipos, comedores, a más de 100 mil estudiantes que será el salto a los que tiene la ULA actualmente con la eliminación de las pruebas de ingreso, lo que nos obliga no sólo a luchar por la autonomía universitaria, sino por un inmediato incremento en el presupuesto universitario, reducido últimamente a apenas un 40% de los requerimientos reales de las universidades, presupuesto “aceptado” por autoridades que han administrado universidades bajo un criterio de crisis, pero, y debemos decirlo, de aceptación a este sometimiento presupuestario, que ha merecido por parte de sus autoridades, como el rector de rectores Pedro Rincón Gutiérrez y otros rectores históricos, quienes dieron su mayor esfuerzo por colocarse al frente de las luchas y no al frente de las crisis para administrarle al gobierno sus miserias.

Un país que debe estar concentrado en cualificar una mano de obra y un nivel de especialización que le permitan afrontar un proyecto de desarrollo industrial y una revolucionarización de las fuerzas productivas, no puede resolverlo con la masificación per se, que no es garantía de calidad ni de mejoramiento de los niveles educativos y menos socioeconómicos de una sociedad, por el contrario, es el mejor escenario para la generación de un retroceso directo de los niveles educativos, o cuando menos, para la masificación de unos niveles de resentimiento y frustración en alumnos que no lograrán superarse a nivel universitario toda vez que no tienen las herramientas suficientes como para lograr avanzar en este nivel del sistema educativo. Ejemplo de esto es ver el nivel de las becas o el sistema de residencias estudiantiles o el nivel de calidad de comida de nuestros comedores universitarios para darse cuenta de que no sólo es deficiente para la actual cantidad de estudiantes, sino que en la eventualidad de un incremento drástico, serían absolutamente nulas en la capacidad de absorción de la incrementada demanda a la que serían sometidos.

En Mérida, de manera particular, no podemos aceptar esta violación de la autonomía universitaria porque en nuestro Estado existe una base estratégica muy importante para convertir el conocimiento en factor de desarrollo. Cuando estuve en la gobernación en 1996, gracias a que desde el Senado, siendo nosotros Vice Presidentes de la Comisión de Ciencia y Tecnología y Presidente el Senador Moros Ghersy, pasamos a presidir la Comisión que elaboró la Ley de la Zona Libre Cultural Científica y Tecnológica de Mérida para darle valor tecnológico y social de mercado al capital humano existente en la Universidad y el resto de instituciones universitarias y tecnológicas del Estado; para que Mérida se convirtiera en el valle del Conocimiento de América Latina, esto sigue vigente aún cuando la política del gobierno nacional y regional en esta década perdida ha sido la de atacar el conocimiento y no entenderlo como un factor de desarrollo en nuestro Estado y para el país.

(Articulo publicado en el Nuevo Pais en la Columna Avanzada el dia 25 de marzo 2008).

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