martes, 23 de octubre de 2007

UN DESPOTA ANCLADO EN EL SIGLO PASADO.

La exhortación del episcopado venezolano sobre la propuesta de reforma constitucional presentada por Chávez, a la cual se le agrega ahora lo propuesto por la AN, es una denuncia viva que el pueblo venezolano debe asumir activamente, porque vulnera los derechos fundamentales del sistema democrático, poniendo -dice el documento- en peligro la libertad y la convivencia social. Más que una denuncia, considera al proyecto de reforma "moralmente inaceptable a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia".
Para un déspota como Chávez este documento le rueda por el cuerpo. Él no tiene sentido histórico, simplemente es un déspota anclado en el primer tercio del siglo XX que no está apto para gobernar un país que quiere insertarse en la democracia moderna más que por su militarismo, el guerrerismo y retórica, por su lucha por la dignidad del ser humano, que pasa justamente por el respeto a la Libertad en todos los sentidos.
La iglesia Católica venezolana ha sido consecuente con su sentido histórico. No olvidemos que en 1964, el Papa Paulo VI y Rómulo Betancourt, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores y sus delegados respectivos, firmaron el modus vivendi entre la Santa Sede y la República de Venezuela poniendo fin a unas relaciones tensas que siempre habían existido entre la Iglesia y la República de Venezuela por más de 140 años.
Chávez pretende eliminar la descentralización y la Iglesia Católica condena este hecho en consecuencia con su posición histórica de defensa de la dignidad y de la democracia, porque la descentralización es la concreción de la democracia, es su base objetiva, no es un aspecto del problema, no es un asunto de regulación administrativa, es simplemente la eliminación del Derecho a la participación, plural y democrática. El Poder Popular impuesto a dedo, las Comunas, los Consejos Comunales, las Ciudades, las provincias, los territorios Federales, los Distritos Funcionales, las regiones militares o especiales, son mecanismos para que en definitiva el pueblo no pueda expresarse libremente.
La historia de nuestro país está llena de sacrificio de todo tipo, y la Iglesia no ha estado exenta de esos sacrificios y posiciones determinantes, no olvidemos la pastoral de Arias Blanco, como tampoco y hago valedera aquí el recordatorio del documento de Alberto Carnevali, en 1952, "A la Rebelión Civil llama Acción Democrática". Alberto fue consecuente con su estrategia de la acción de las masas, la de luchar por la libertad, de combatir hasta triunfar por que "la vasta empresa de la recuperación de la soberanía no corresponde a un solo partido sino a todos... El pueblo tiene que defender ahora mismo su libertad a cualquier precio y con los medios que tenga en sus manos".
Chávez está derrotado en el espíritu nacional. Vamos a demostrarlo en la calle, en nuestros vecindarios, en nuestro sitio de trabajo, en la fabrica, en las aulas, en nuestro hogares, sin vacilaciones debemos combatir hasta triunfar. Somos la mayoría. Somos todo un pueblo.
(ARTICULO PUBLICADO EN LA COLUMNA AVANZADA. EL NUEVO PAIS.23 DE OCTUBRE 2007).

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